lunes, 21 de septiembre de 2015

Lost River - Crítica



Fantasía y pesadilla

Ryan Gosling toma el mando en la dirección (y en el guión) de Lost River, película que representa su ópera prima detrás de las cámaras. El protagonista de Drive deja entrever un estilo peculiar y arriesgado al valerse en casi todo momento de climas sombríos, desoladores y sumamente extravagantes.
El film nos remite a la vida del personaje que compone Christina Hendricks, aquí en la piel de madre de dos hijos en un sitio en el que el panorama es cada vez más angustiante. El mayor de ellos descubre una ciudad subacuática y una serie de misteriosas cuestiones que la rodean. Este intentará salvar a su familia de la desfavorable realidad que soportan cotidianamente.
Lost River parece beber del surrealismo que supo crear David Lynch para sumergirnos en un relato que en ciertos pasajes se vuelve curiosamente hipnótico. Muchas de las escenas que Gosling nos enseña están bañadas de perversidad, como incluso ocurre con algunos de los personajes que conforman la historia. De hecho, uno de ellos hasta podría compararse con aquel encarnado por Dennis Hopper en Blue Velvet, clásico de culto de los ochenta.


Pero en ese extraño mundo que se nos presenta no todo tiene el mismo nivel de conexión. El espectador puede llegar a impactarse por el aspecto visual de la cinta (sobre todo por el trabajo de fotografía) pero también puede sentir que está frente a un producto cuyo entretenimiento es irregular. Existen pasajes que condicionan la valoración del público por su exceso de densidad. Una ciudad que a cada instante se percibe oscura, brumosa y varios habitantes que sienten atracción por el morbo derivado de unos exóticos actos que se dan en una suerte de club nocturno. Cualquier cosa puede pasar. El ahora también director explora de una manera metafóricamente retorcida las mentes humanas, los vicios y unos cuantos asuntos que se entremezclan entre la fantasía y lo onírico que ofrece continuamente la narración. Un ambiente podrido, triste y malsano.
Lost River es una película tan difícil de analizar como de clasificar. Tal vez se trate de dejarse llevar, de ser transportado a una sucesión de sensaciones diversas, confusas y magnéticas. En instancias puede que los acontecimientos suenen ilógicos, descabellados, pero la premisa de la proyección no pasa por brindar secuencias que formen parte de un guión sólido sino más bien por intentar sugerir una experiencia extraña, surrealista y distinta del común de las historias.
Actuaciones correctas, sin una acentuada profundización en los personajes. Probablemente Christina Hendricks sea la más destacada aun sin brillar en su papel. Si bien la obra de Ryan Gosling peca por la constante lentitud de los eventos que se sortean y por parecer algo pretenciosa, posee la cualidad de no dejarnos indiferentes.

LO MEJOR: lo curiosamente magnético que resulta en determinados momentos el film.
LO PEOR: difícil de clasificar. En algunos pasajes la cinta se hace interminable.

PUNTAJE: 4,9

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